Social Media

10 consejos para escribir en redes sociales

En un tuit publicado por la cuenta oficial de las paralimpiadas de Río de Janeiro en 2016 se podía leer lo siguiente: “Suena el himno paralímpico, todos de pie”. Un tuit positivo y aparentemente inofensivo resultaba ser en realidad una de las mayores meteduras de pata que se recuerdan en redes sociales.

Pero no es el único caso. Hay listas de momentos poco afortunados registrados en la red social del pajarito y en las demás por famosos de todo tipo. También por parte de corporaciones y empresas importantes, o medios de comunicación. Poco habría hecho falta para evitar un error como el de los paralímpicos, y en las siguientes líneas voy a intentar dar algunas claves para ello.

Errores de concepto, malentendidos por una deficiente redacción, e incluso errores tipográficos que pueden conllevar inesperados efectos devastadores para nuestra reputación online. La empresa Global Lingo llevó a cabo una investigación según la cual un 59 por ciento de clientes deciden no hacer negocios con empresas que publican contenido con mala gramática o errores de ortografía en las redes. Un poco de atención a la hora de escribir puede ser nuestra tabla de salvación.

1. Lee dos veces lo que has escrito antes de darle a publicar

Antes de publicar algo debemos leerlo un par de veces. Muchos de los errores se podrían parar a tiempo con algo tan sencillo como hacer una lectura reposada antes de que pueda ser leído por decenas o miles de personas.

2. Pídele a alguien que revise lo escrito

No es mala decisión que todo lo publicado sea revisado por alguien. Si un grupo de personas trabajan en la estrategia de social media de una empresa es una buena decisión que alguien haga, entre otras, la labor de corrector. Si el equipo no es tan grande siempre podemos fijar la costumbre de que cada dos personas una revise sistemáticamente lo publicado por el otro. Cuatro ojos ven más que dos y, sobre todo, una visión ajena a la que se ha encargado de redactar una publicación detectará con más facilidad cualquier tipo de error.

Todos tenemos vicios o faltas recurrentes. Errores en los que incurrimos de forma casi patológica. Raro será que nuestro compañero de mesa tenga las mismas taras que uno mismo. Si no trabajas en una agencia o cualquier otro tipo de empresa es posible que tengas un amigo o persona cercana que con mucho gusto pueda revisar lo que publicas.

3. Conviértete en tu peor crítico y búscale las cosquillas a lo que escribes

Además de releer lo escrito antes de publicarlo deberíamos intentar hacerlo de forma crítica, como si tuviéramos muchas ganas de burlarnos del estúpido que ha escrito eso. O sea, predispuestos a reírnos de nosotros mismos. Ten en cuenta que siempre habrá alguien con más mala intención y más retorcido que nosotros dispuesto a hacer sangre si es capaz de encontrar el más pequeño desliz.

Sobre todo, mira bien el nombre del perfil y el avatar. Luego vuelve a leer y comprueba si todo cuadra. Es el pan nuestro de cada día ver cosas destinadas a ser publicadas en una cuenta personal y terminan en la de una empresa obligada posteriormente a pedir disculpas a sus seguidores.

4. Ten mucho ‘cuidadín’ con el humor

Imprimir un tono desenfadado a lo publicado es oportuno muchas veces, pero sin perder de vista que el humor lo carga el diablo y puede tener consecuencias nefastas. Aunque maridan perfectamente las redes sociales con el humor y ese se ha convertido en uno de los mayores atractivos de muchas cuentas en Twitter, debemos de tener en cuenta que no todos tenemos el mismo humor.

Directamente deberíamos descartar cualquier empleo de un tono humorístico si estamos resolviendo una duda o respondiendo la queja de un usuario. En estos casos es fácil que sea interpretado más como una burla que como una respuesta simpática. A nadie nos gusta que se rían de nosotros, mucho menos un desconocido que se está comprometiendo a ayudarnos.

Antes de emplear un tono humorístico deberíamos tener en cuenta el posible estado emocional de la persona o personas a las que nos estamos dirigiendo. No hace falta ni decir que cualquier broma relacionada con el origen étnico, el género o la situación económica de una persona o grupo es un error sin matices ni paliativos.

Especial cuidado debemos poner con todo lo relacionado a un fallecimiento. El más mínimo error en esos casos puede ser fatal.

5. Decide cuál es tu modelo a seguir

Seguramente sea demasiado ambicioso elaborar nuestro propio libro o manual de estilo, sobre todo si tenemos en cuenta que otros ya lo hicieron antes. Todo se reduce entonces a elegir la autoridad que prefiramos e intentar seguir sus criterios de forma coherente y continuada. Casi cualquier criterio razonable es válido si lo mantenemos invariable.

Personalmente uso desde hace años el Libro de Estilo de El País y el Manual del Español Urgente de la Agencia EFE. Cuando no son coincidentes tiene preferencia el criterio del primero. También es aconsejable tener un diccionario entre nuestras herramientas de trabajo más importantes. Y para eso nada mejor que el DLE (Diccionario de la Lengua Española), de la Real Academia, que se puede consultar online.

6. Atrévete a fijar tus propias normas

Ya está dicho que si otros lo hicieron antes no es preciso elaborar un libro de estilo, pero sí algunas normas de uso interno. Se pueden evitar horas de aclaraciones, decenas de mails explicativos y los consiguientes errores en nuestras publicaciones si ponemos por escrito un puñado de normas de obligado cumplimiento para nuestro equipo.

Hace poco en una reunión pregunté si el texto que escribimos en redes sociales para introducir un enlace a una publicación web es un titular, una entradilla o qué es exactamente. No supimos decirlo, lo cual es una prueba de que estamos utilizando un lenguaje nuevo en nuevos medios y por eso hay muchas cosas por determinar. Bastará con crear un documento para recoger las conclusiones que el equipo va teniendo claras. Cosas que no se deben hacer nunca y otras que, por el contrario, no debemos olvidar.

Cuanto más breve sea el documento mejor. Es mucho más fácil recordar 20 normas que 50, y 50 mejor que 200. Se trata de no tener que fijar un criterio varias veces. Una vez que lo tenemos claro lo más práctico es ponerlo por escrito y que todo el equipo tenga acceso a ello. Incluso cuando trabajamos en solitario es oportuno para no olvidarnos de nuestras propias decisiones.

7. Utiliza herramientas que te hagan la vida más fácil

Ahorraremos tiempo y ganaremos efectividad si usamos la herramienta que más se adapte a nuestras necesidades. Herramienta o herramientas, porque no siempre se puede encontrar una sola que pueda ayudarnos con todo el trabajo. Herramientas de publicación y análisis nos ayudarán siempre, por lo que es de vital importancia hacer la elección correcta.

Hay tantas disponibles que no voy a mencionar ninguna. Si acaso TweetDeck, que al haber sido adquirido por Twitter hace años se ha convertido en un estándar. Ten en cuenta cosas como la programación de publicaciones o el trabajo en grupo a la hora de hacer la elección.

8. No renuncies a usar también otras herramientas

Nada mejor que el ojo humano para detectar errores en nuestras publicaciones, pero no está de más utilizar alguna herramienta que nos pueda ayudar a ello. Si tenemos que traducir textos largos nos ayudará usar un traductor online como Google Translate. No descartaría escribir todos los textos antes en un procesador de textos como el estándar Microsoft Word (o cualquier otro de código abierto). Y es especialmente recomendable utilizar un corrector más avanzado que el proporcionado por el propio software de edición.

Siempre me ha parecido un error que los CMS más populares y utilizados no incorporen de serie un corrector. Muchos errores se podrían evitar de esta manera tan simple. Los errores de estilo se resisten a la revisión de cualquier herramienta, no así la mayoría de los ortográficos y muchos gramaticales.

Personalmente recomiendo Stylus, tanto por su edición online como por su complemento para Word. Es una herramienta perfecta para hacer el trabajo sucio y minimizar errores.

9. Investiga sin descanso para saber lo que funciona

No solo se trata de evitar errores sino de ir sabiendo lo que funciona y lo que no. Las cosas que hacen crecer la interacción, aquello que gusta, se comenta o comparte más, así como lo que genera más clics. Parte del trabajo de un editor en redes sociales es permanecer atento a los resultados de los contenidos y aprender a valorar su eficacia. Todo importa, desde si es mejor o no incorporar imágenes hasta saber utilizar bien los hashtags, o cuando no hace falta utilizarlos. Así como la longitud óptima del texto, el tono más pertinente y muchas otras cosas.

Debemos acostumbrarnos al poco científico método de prueba y error. Probar, probar y probar.

10. No te obsesiones con el algoritmo, intenta hacer las cosas bien

El algoritmo es ese monstruo de forma indefinida que todos sabemos de su existencia, pero nadie ha visto nunca en realidad. En Facebook parece como el bálsamo de Fierabrás o la caja de Pandora que quisiéramos conocer para resolver todos nuestros problemas. No estaría mal ir asumiendo que el algoritmo tiene vida propia y escapa a nuestro control. Sospecho incluso que ni siquiera en Facebook son capaces ya de controlarlo. El monstruo ha crecido demasiado.

Perderemos menos el tiempo concentrándonos en hacer las cosas bien, tanto de acuerdo a nuestras propias convicciones como a las conclusiones que vayamos sacando de forma más o menos empírica. Así que, como dijo Antonio Machado en uno de sus poemas: «Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas».

David Cano es creador y editor de laGatera, fundador e impulsor de Atomible, autor del blog El Gato encerrado en telecinco.es, además de colaborar en el programa MorninGlory en Radioset y BeMad. Realiza labores de analista de social media y bloguero freelance.

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